miércoles, junio 03, 2009

NO CREO NADA


En esto creo

Gerardo María Pérez Salazar
Secretario de Finanzas y Administración del Estado



Siempre he sido una persona leal y comprometida con las causas que tomo.
Mario Marín es una persona muy humana, es un extraordinario amigo, alguien que tiene una empatía muy importante con la gente, que sabe escuchar, sabe tomar decisiones en función de la información que le llega, sabe discernir entre aquella que es buena y la que es mala. Sobre todo es una persona que no se espera, sino que toma decisiones muy rápidas.
Soy un líder positivo que trata de sumar a la gente en causas que beneficien a todos. No soy una persona autoritaria, más bien busco convencer que vayamos hacia adelante. Así me veo, quién sabe si sea así.
Lograr una Puebla de oportunidades no es labor de un año, ni de seis, sino de un esfuerzo de muchos años, de estar terqueándole. Pienso que se han dado los primeros pasos y que vamos por buen camino pero, que necesitamos continuar.
Me gustaría, si se pudiera, continuar sirviendo a la gente de Puebla. Y si no, en el lugar donde esté, poder ser un factor de cambio e impulsar proyectos. También me encantaría poder darme un tiempo más adelante y sentarme en una universidad, en la UAP, y estudiar historia. Vale la pena poder darse una oportunidad de esas en algún momento dado.
Dicen que soy primario, de los que a todo dicen que sí, y por esa causa a veces me lleno de una cantidad de compromisos que a veces me rebasan. Podría decir que ese es uno de mis principales defectos.
Hoy por hoy tenemos en la SFA el reto de sortear este año de crisis y llegar a finales de este 2009 entregando las mejores cuentas posibles a los poblanos y al señor gobernador.
La política es como una gran arena romana, donde se concentran todos los sentimientos de la gente; el crisol donde todos los anhelos de la gente se hacen patentes. También la veo como la capacidad de servir en buena lucha; aunque sé que también hay una parte de la política que es medio ruda.
Soy ingeniero industrial, con una maestría en finanzas. Dentro de la carrera me llamó mucho la atención el área de la ingeniería financiera, y en 1979 entré a trabajar a Banco Comermex donde evaluaba la rentabilidad económica de proyectos. Ahí nació mi deseo de estudiar finanzas, por lo que busqué una beca través del Conacyt y me fui a estudiar a Francia.
Ambiciono, en primer lugar, tener salud para poder seguir trabajando. Quisiera poder decir a los setenta años: “todavía sigo siendo de utilidad en algún lado y para alguien”. También deseo paz y tranquilidad, poder estar con mi familia: cerca de mi esposa, mis hijos, verlos desarrollarse bien.
Aconsejaría a la prensa profundizar más en el conocimiento de los temas que aborda, y recordar la gran responsabilidad que tiene con la sociedad, porque la gente se informa a través de ella. De ahí en fuera, pienso que cumple con su papel, porque su crítica nos hace poner los pies sobre la tierra.
Me gustaría que existan más oportunidades de acción en Puebla. Me gustaría ver a mis hijos aquí en lugar de Monterrey.
No leo tanto como antes, por cuestión de tiempo, pero procuro siempre estar leyendo algo. Me atraen temas de historia. Ahorita estoy releyendo un libro de Enrique Krauze, es una colección sobre caudillos de la Revolución; otro de José Fuentes Mares —me gustan mucho sus libros—, es de Juárez y el Imperio. También tiene un libro muy bueno: Cortés, el hombre. Más o menos son los temas que me atraen.
En el fondo lo que busca el político es servir y mejorar la condición de la gente. Yo no entiendo el que se busque el poder por el poder, sino el tener en la mente la idea de cómo poder hacer que las cosas vayan mejorando. Claro, no siempre se da y no siempre se puede.
Me estoy esforzando por bajar de peso y he vuelto a jugar tenis. Durante muchísimo tiempo practiqué cabalgatas que duraban de tres a cuatro días, pero desafortunadamente, por cuestión de tiempo, no lo he podido volver a hacer, al igual que el tiro deportivo, que era otra de mis aficiones.
Una de las quejas de mis hijos es que no los veo con la frecuencia que ellos quisieran. Ni modo, son los sacrificios que hay que hacer. Lo bueno es que mis hijos ya están grandes, uno estudia en Monterrey, otro trabaja también allá, y mi hija está empezando su carrera fuera de México, entonces cuando los veo procuro compensarlos.
Más que a la muerte le temo al dolor del proceso de morir, a padecer una enfermedad terminal. ¿A morirme?, nadie se escapa de eso.
La cualidad más importante de aquellos que triunfan es la sencillez, es una de las características que más admiro en la gente, porque les permite darse la oportunidad de escuchar consejos.
Me gustaría que los proyectos que el gobernador tiene verdaderamente se conviertan un parteaguas para una Puebla diferente, que puedan generar un cambio de mentalidad en poblanos, que digan: “Sí podemos hacer cosas muy grandes”, en lugar de criticar tanto, “Estamos a la altura de competir con cualquiera”.
La familia es donde se cristalizan los anhelos de la gente, donde va uno viendo reflejado su esfuerzo a través del desarrollo de los integrantes de la misma. Es el lugar donde habita el cariño y el corazón de las personas.
La gente no votó por mí, la gente votó por Mario Marín. Yo estoy aquí porque él me puso para servir a la gente. Soy un empleado de él, y más allá de este periodo constitucional, regresaré a la vida privada.
Éxito no significa tener más dinero, más casas, o tener un puesto. Éxito es estar bien contigo mismo, decir: “Qué bien me siento con lo que estoy haciendo, porque lo estoy haciendo bien”. Yo puedo decir que en una gran parte de lo que hago me siento realizado.
De mi infancia recuerdo que mis papás me mandaban al rancho de unos primos, donde fui enormemente feliz. Me iban a dejar a la terminal de camiones y me iba yo solo a los ocho años, con mi maletita, y allá me pasaba una semana o dos. También recuerdo mucho mi relación con mis primos aquí en Puebla, casi todos vivíamos en la misma calle. Era una Puebla diferente, más chica. En esa época nos íbamos caminando a la escuela porque no había transporte como lo hay ahora. Fui un niño normal, ni tan travieso ni tan pasivo.
A mis hijos les inculqué mucho el tema de la responsabilidad. Desde muy chicos saben que tener o no éxito en la vida, depende únicamente de ellos. Les enseñé a tener visión, a imaginarse en diez, quince, veinte años y a ir caminando en ese rumbo. También les he inculcado la honradez, la empatía, la sencillez. Lo que yo aprendí de mis padres.
El día de mañana quiero salir a la calle, que la gente que me reconozca y diga: “Ahí va Gerardo Pérez”, “Hola ¿cómo estás?”, y no que digan: “Qué sangrón era este cuate, qué payaso, no saludaba, se sentía lo máximo allá en su puesto”.
En mi etapa de estudiante fui un bueno, a secas. Tenía más o menos buenas calificaciones, sin que eso sirviera para apantallar a nadie.
Siempre he dicho, me lo enseñó mi papá, que el peor pecado es la soberbia, porque te impide escuchar a la gente, crees que sabes todo y crees uno que el mundo se mueve en función de lo que piensas y no es cierto.
Amistad significa compromiso, y cuando hablo de compromiso hablo de lealtad, de cariño, de comprensión. Un sacerdote me dijo un día que el ejemplo más claro de la diferencia entre participar y comprometerse son los huevos con jamón: porque la gallina participa poniendo el huevo, pero el cerdo se compromete hasta la muerte para que sucedan los huevos con jamón. Y, gracias a Dios, yo sí tengo muchos amigos.
De mi madre aprendí la tenacidad, el ir siempre adelante, el trabajo, a siempre buscar cómo mejorar. De mi padre, aprendí la sencillez del trato con la gente, a saber que al fin y al cabo todos somos iguales y que la diferencia no la da ni un puesto, ni el conocimiento, ni el dinero sino la actitud, eso la verdad es algo que me ha servido mucho.
Puede haber muchos personajes, pero algunos te van dejando ejemplos que vas queriendo seguir. De la historia me llaman la atención José María Morelos, su actitud, su inteligencia y su decisión, actitudes que fueron factores claves para lo que pasó en su época. También me parece muy atractiva la vida de Winston Churchill y la madre Teresa de Calcuta, que es un ejemplo de vida y de compromiso con la gente que menos tiene.

No hay comentarios.: