martes, junio 30, 2009

INHABILITA TU VOTO ESTE 5 DE JULIO, NINGUN POLITICO O PARTIDO A GANADO LA CONFIANZA

Más de 20 razones para anular el voto el próximo domingo.


Fermín Alejandro García / Columna Cuitlatlán / La Jornada de Oriente



A cinco días de las votaciones federales, son más las razones que animan a este columnista a acudir a las urnas y anular su voto, que sufragar a favor de algún candidato o partido político. La razón es muy sencilla; tal parece que los dirigentes de las fuerzas políticas, los consejeros del IFE y los gobernantes abrogaron el derecho que tenemos los ciudadanos de disentir, de cuestionar su mediocridad, de reprobar su alejamiento, o mejor dicho su desconocimiento, de la realidad en que vivimos los ciudadanos comunes y corrientes.

Vale la pena, a estas alturas no preguntarse ¿por quién vamos a votar?, sino cuestionarse ¿por qué vamos a votar?, ¿qué necesidad tenemos de sufragar?, ¿vale la pena ir a las urnas?, ¿qué va a pasar después del 5 de julio?

El argumento que ha emitido Andrés Manuel López Obrador diciendo que es fundamental ejercer el derecho al voto para cerrarle el paso a la derecha me parece un mensaje convincente y válido; pero al mismo tiempo me parece que es reprobable la intolerancia y soberbia en que ha caído el ex candidato presidencial, que sin el menor pudor tilda de derechistas, vendidos, hijos de Felipe Calderón a los que cuestionan sus decisiones, a los que no piensan como él.

Y esa actitud no es privativa de López Obrador, es la característica que tienen los dirigentes y candidatos del PRI, el PAN, el PRD y demás partidos. Todos son intolerantes y han desarrollado formas para transar, para transgredir las normas, para ignorar a la ciudadanía en temporadas no electorales, para favorecer sus intereses de grupo, y han sido incapaces hacer política de acuerdo con los valores básicos de la democracia.

El problema fundamental es que todos mienten. Los que ganen y lleguen al Congreso de la Unión van a legislar de acuerdo a los intereses de grupos políticos o económicos –entre los que están los dueños de las empresas televisivas–, pero no por aquello que se comprometieron con su electorado. Además de que la mayoría de las promesas que se hacen son banales o irrealizables.

Ni PRI ni el PAN ni el PRD se acuerdan de temas como los derechos humanos, del medio ambiente, de los indígenas; nadie se atreve a proponer formas o mecanismos para sancionar a los malos gobernantes.

Si el próximo domingo vamos a las urnas los electores y tachamos las boletas a favor de una opción, vamos a solapar que siga habiendo ese sistema de transas y trampas.

¿Para qué votamos? Para que después nos ignoren. Yo, por ejemplo, soy del Distrito VI de Puebla y no sé quién es el diputado de esa demarcación, porque nunca regresó, y si lo hace, seguramente es para realizar actos a favor de su partido.

Tengo por lo menos 10 años pidiéndoles a todos los candidatos, a todos los cargos, que arreglen la calle que conduce a la colonia San Antonio Abad. Todos me dicen que sí, pero después se olvidan. La única que se interesó y ya la mandó a componer es la actual edil Blanca Alcalá, luego de una década en que en cada tarde lluviosa ahí se quedaban atascados dos o tres automóviles, con el riesgo de que se los lleve el tren que pasa a un costado.

Por tanto, si le doy mi voto a cualquiera de los candidatos, ya sé que se va ir a San Lázaro a cobrar jugosas dietas, a gozar de privilegios que los lleva a no siquiera pagar las casetas de peaje. Se van a poner a legislar asuntos que no trataron en campaña y que van a dañar al grueso de la ciudadanía. Si no, hay que acordarse del IETU, del aumento al IVA, del rescate de los bancos y cómo los legisladores se negaron a ayudar a los clientes de dichas instituciones pese a que están ahorcados por los desmesurados intereses que se cobran en todo tipo de créditos.

Basta hacer un breve repaso para percatarse que en este proceso electoral privó la imposición, la trampa, el autoritarismo de todos los partidos que en Puebla están contendiendo. En ningún caso se consultó a los militantes de esas fuerzas políticas de quiénes debían ser los candidatos. En ningún caso se justificó la postulación de los aspirantes.

En el PRI, todos los candidatos se decidieron por ser amigos o compadres de alguien. En la capital a Francisco Ramos lo postularon por ser amigo del hijo del gobernador, a Blanca Jiménez por ser amiga de la hermana del jefe del Poder Ejecutivo, a Juan Carlos Natale por que trabajó abriendo puertas con el líder priista Manlio Fabio Beltrones y a Leobardo Soto por ser un dirigente sindical no crítico y disciplinado con el gobierno.

En el PAN se postuló a Luis Mora por ser del Yunque; a Augusta Valentina Sánchez Díaz de Rivera se le puso de aspirante para que no fuera candidata la ex subsecretaria de Gobernación, Ana Teresa Aranda; Eduardo Morales Garduño fue nominado porque es ahijado del ex candidato a la presidencia municipal de Puebla, Antonio Sánchez Díaz de Rivera, y Miriam Arabian es la excepción por ser una mujer inteligente, profesional y con sentido común.

El caso más trágico es en el PRD, en dónde muchos de los integrantes todavía no saben ni quién o por qué pusieron a los actuales candidatos. Casi todos los aspirantes perredistas son ajenos a sus distritos, no tienen experiencia o si la tienen es porque han sido expertos en robar elecciones dentro del mismo partido.

Las otras fuerzas políticas no se salvan. En el Panal el SNTE decidió quienes debían ser los candidatos. En la coalición Salvemos a México a los candidatos los palomeó Andrés Manuel López Obrador. En el PVEM y el PSD nadie sabe cómo pusieron a sus candidatos.

Dicho de otra manera, ni los militantes ni los ciudadanos cuentan ni existen para los dirigentes de los partidos políticos.

Lo más triste es que los ganadores del domingo lo serán porque sus partidos fueron los que acarrearon más gente, porque compraron más votos o desalentaron la participación ciudadana.

¿A todo lo anterior se le puede llamar una jornada cívica, una fiesta de la democracia, una lucha civilizada?

Por supuesto que no.

Los mexicanos tenemos derechos a decir que estamos encabronados por esa situación y lo vamos a hacer anulando el voto.

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